Recomendamos el uso de Barosit C900, un producto que se convierte en un protector ideal para la madera frente a insectos xilófagos y hongos y mohos de desarrollo superficial

En anteriores artículos de este blog hemos explicado cómo crear un tejabán, para tener, por ejemplo, un espacio de sombra en un jardín, y los pasos para construir un tejado a dos aguas, para instalarlo, por ejemplo, en un porche. Dos tipos de estructuras que, por lo general, se encuentran a la intemperie, con lo que se hace necesario dedicarle un tiempo para que se conserven en el mejor estado posible. Y por ello presentamos una serie de consejos para dar el mejor tratamiento para vigas de madera.

En primer lugar, hay que tener en cuenta que si estructuras como las mencionadas anteriormente se han construido con vigas naturales, se hace especialmente necesario, tras el proceso de lijado, aplicar algún tipo de protector a la madera. Así, no sólo se prepara a la madera para aguantar las inclemencias meteorológicas, sino también del ataque de insectos xilófagos como la carcoma. 

Desde Foretgreen, división especializada en madera tratada del grupo Agrobroker, recomendamos el uso de Barosit C900. Este producto, que puedes encontrar en nuestras instalaciones de Antequera, sitas en el Camino de la Dehesilla -accediendo en el kilómetro 3 de la carretera A-343-, es un protector de madera frente a insectos xilófagos y hongos basidiomicetos, azulado y mohos de desarrollo superficial, así como insectos destructores de este material.

Cuenta con una fórmula de nueva generación, que incorpora aditivos específicos para mejorar la penetración del producto en la madera y reducir la aparición del rechazo típico de los productos en base acuosa. Y se puede emplear para su aplicación en instalaciones industriales, con túnel de pulverizado, espray o brocha, haciéndolo recomendables para muebles de exterior, casas de madera, así como cobertizos u otras estructuras hechas con este material.

Acabados tras la protección

A partir de la aplicación del Barosit C900 para contar con una buena protección y tratamiento para vigas de madera, y en función del tipo de acabado que se quiera, en el en el mercado existen opciones de lasures con resultados de tonos satinados o mates. Este producto presenta una serie de características que lo hacen muy recomendable como su alta capacidad de penetración y que deja el poro abierto, permitiendo así salir la humedad y evitando la proliferación de hongos y bacterias. Además, al estar compuesto de resinas elásticas, permite que la madera se adapte mejor a las dilataciones, como destacamos en el anterior artículo dedicado a la aplicación de lasur. También existentes productos indicados para dar una protección mayor ante los rayos ultravioleta.

Pinturas para vigas de madera exterior

Y si lo que se quiere es dar color más vivo, existen productos como las denominadas pinturas de Falun: están hechas con pigmentos naturales del hierro, sílice y zinc procedentes de minas de esta localidad sueca. Y que se puede encontrar en exclusiva en Forestgreen.

Presentan, de forma natural, un particular tono rojizo, aunque también se comercializan en otros tonos. Y entre sus particularidades están que es un producto de poro abierto y no se descascarilla tan rápidamente como un barniz, y su durabilidad es muy prolongada, llegando a mantenerse durante una década con poco mantenimiento. 

Si es la primera vez que se va a pintar la viga de madera, una vez lijada y limpia de restos, habrá que dar el producto necesariamente en dos capas. La primera, diluida con una quinta parte de agua, para aplicarlo a modo de imprimación, y la segunda, ya sin diluir, 24 horas después de la primera.

Mantenimiento en vigas de madera

Con el paso del tiempo, es posible que haya algunas partes de estructuras de madera en las que hay más desgaste, con lo que se hará necesario volver a aplicar de nuevo los productos empleados para el tratamiento de vigas de madera exterior, debiendo lijar antes de volver a pintar.

Y en el caso de que se necesite eliminar grietas o orificios, habrá que emplear una masilla reparadora, eligiendo especialmente aquella que presenten un buen comportamiento ante a lijados o pulidos y el posterior recubrimiento que se haga con productos como lausures, barnices o pinturas.